10 de febrero de 2008

Mario Gallo y el cine mudo argentino

La historia del cine mudo argentino permanece desconocida para la gran mayoría del público cinéfilo. Sólo nombrada en referencias bibliográficas, sus imágenes están ausentes en las pantallas. Lamentablemente, una gran parte de las películas se ha destruido, pero lo que se ha conservado merece una atenta mirada del público contemporáneo.
Indagar en la historia de este período implica entrar en una zona de incertidumbre, donde muchas veces sólo se conservan recuerdos y opiniones, donde las distintas fuentes e interpretaciones son contradictorias y donde las fechas son confusas y no existe documentación segura. El introducirse en este terreno permite entender de otra manera el desarrollo posterior del cine argentino y a la vez conocer más profundamente la génesis de la sociedad argentina del siglo XX.
Se ha instalado en la memoria colectiva como fecha de inicio del cine nacional la del estreno del primer film sonoro -"Tango"- el 27 de abril de 1933 en el cine Real. Los autores de la idea y concreción del proyecto fueron Angel Mentasti y Luis José Moglia Barth, quien encaró la dirección con la experiencia de algunas realizaciones mudas en los años veinte ("Puños", "Charleston y besos", "El 90" y "Afrodita"). Producida por una de las empresas pioneras de la industria cinematográfica argentina, la recién nacida Argentina Sono Film, la película logró reunir por única vez en el elenco a las figuras más populares del teatro, la radio y el disco. Pepe Arias, Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Tita Merello y Azucena Maizani, y las orquestas de Juan de Dios Filiberto, Osvaldo Fresedo y Pedro Mafia entre otros. Sin embargo en los treinta y cinco años anteriores al estreno de "Tango", se desarrolló en la Argentina una filmografía de la que se han catalogado unos doscientos títulos.
Alrededor de 1894 arribó a Buenos Aires el kinetoscopio -inventado por Thomas A. Edison (1847-1931)-, un acontecimiento que el conocido periodista José Seferino Alvarez -Fray Mocho- (1858-1903) menciona en una crónica de la época en la revista "Caras y Caretas". La primera exhibición cinematográfica propiamente dicha se realizó el 18 de julio de 1896 en el Teatro Odeón, donde se proyectaron entre otras cintas "La llegada del tren" y "La salida de los obreros de la fábrica" de los hermanos Louis y Auguste Lumière. Respondiendo al auge económico de fines del siglo XIX y a la cultura europeizante de las clases altas de la época, el inmigrante belga Henri Lepage (1865-1940) instaló en 1891 una casa de artículos fotográficos que introdujo las últimas novedades de la tecnología. Así llegaron al país el fonógrafo, la fotografía estereoscópica, la fotografía en color y los primeros aparatos de rayos X. Hacia 1897, impulsado por dos de sus empleados, el francés Eugene Py (1859-1924) y el austríaco Max Glücksmann (1875-1946), importó los primeros aparatos de cine: un cronofotógrafo "Elgé" de Gaumont-Demeny de 1897 y un cinematógrafo "Phaté", fabricado por la Compañía General de Fonógrafos, Cinematógrafos y Aparatos de Precisión Pathé Freres de París.

Ese mismo año Eugene Py realizó un corto de 17 mm. titulado "La Bandera Argentina" que mostraba el pabellón flameando en la Plazo de Mayo, corto que fue considerado durante mucho tiempo como el primer film argentino, aunque actualmente se sabe que un alemán -Friedrich Figner- filmó tres cortos con imágenes de Buenos Aires un tiempo antes que Py.
Al año siguiente se rodaron dos cortos más "Guemes" y "Sarmiento" atribuidos a Pedro N. Arata. Un dato de gran interés es que en 1899 se registraron los primeros documentales científicos a nivel mundial: unas operaciones quirúrgicas realizadas por el parasitólogo Alejandro Posadas.
Inaugurando el nuevo siglo, Py registró el documental "Viaje del Doctor Campos Salles a Buenos Aires", que muestra la visita que hizo el presidente electo de Brasil a la ciudad rioplatense. Comenzó en esos días la expansión de las salas cinematográficas y se realizaron variados registros de actualidades. Se conserva actualmente un noticiero realizado por la firma Max Glücksmann -comprador del negocio de Lepage- acerca de la ascensión del globo "Huracán" (1908). El film permite apreciar un correcto trabajo fotográfico y constatar el interés que despertaba la presencia de la cámara (un niño y un adulto se obstinan en colocarse dentro del encuadre, haciendo el niño un histórico corte de manga).
Eugene Py y Max Glücksmann ensayaron sincronizar imágenes con sonidos fonográficos, elaborando casi cuarenta cortos en los que colaboraron los músicos Alfredo Gobbi (1912-1965) y Angel Villoldo (1861-1919). Un aficionado, Eugenio E. Cardini (1880-1962), hizo los primeros intentos de cortometrajes de ficción, entre ellos "El regimiento ciclista", "En casa del fotógrafo" y "Escenas callejeras", todos de 1901.
Mario Gallo, un músico italiano nacido en Barletta, Puglia, el 31 de julio de 1878, que pasó de dirigir coros de opereta a tocar el piano en funciones cinematográficas tras su arrivo a la Argentina en 1905, tal vez alentado por su participación en este novedoso medio, luego de realizar dos cortos de actualidades, rodó el primer film argumental argentino. Existen divergencias en cuanto a cuál fue la primera obra. Según la versión tradicional de Pablo C. Ducrós Hicken (1903-1969) investigador e historiador especializado en cine, éste fue "El fusilamiento de Dorrego" estrenado el 24 de mayo de 1908. Esta película surgió de la sociedad entre Mario Gallo, Pablo Epstein y Julián de Ajuria, quien en 1912 y en forma independiente fundó la Sociedad General Cinematográfica, la empresa que impuso el sistema de alquiler de copias en vez de la venta de las películas.
Otros investigadores fechan su rodaje dos años después, lo que significaría que la primera película sería "La Revolución de Mayo" de 1909, también de Mario Gallo. En cuanto a "El fusilamiento de Dorrego" el rodaje se desarrolló en la terraza del Teatro Nuevo. Fueron sus protagonistas los renombrados Salvador Rosich, Eliseo Gutiérrez y Roberto Casaux. Las opiniones son disímiles, oscilan entre quienes lo consideran una correcta expresión a la manera de su época y quienes opinan que fue un mamarracho incomprensible. A los espectadores contemporáneos les queda sólo la tristeza de saber que esta incógnita no se puede revelar ya que de ésta, como de la mayor parte de las obras del cine mudo argentino, no han quedado copias.
Se conserva en cambio una copia de "La Revolución de Mayo". Se puede apreciar que efectivamente su lenguaje está emparentado con el del cine francés de su tiempo. La acción es eminentemente teatral, los decorados pintados en telones (el Cabildo flamea al soplar el viento), la cámara toma el lugar de un espectador y la narrativa queda a cargo de los intertítulos, funcionando la imagen a la manera de la ilustración de un texto. Al ser Gallo un inmigrante italiano, es natural que sus films utilizacen las formas de lenguaje que imperaban en ese momento en Europa, y resulta interesante que la elección argumental se inspirase en hechos de la historia argentina.
Pese a no haber tenido gran repercusión en el público, Gallo continuó con la aventura del cine fundando la "Mario Gallo Films". Curiosamente, dos de sus películas se basan en relatos con los que pasados más de 60 años, se realizaron films que tuvieron gran éxito de público: Juan Moreira y Camila O'Gorman. Efectivamente, en 1973 Leonardo Favio filmó "Juan Moreira" y María Luisa Bemberg realizó "Camila" en 1984.
Gallo siguió produciendo films referentes a la historia argentina -"Guemes y sus gauchos" (1909), "La creación del Himno" (1910), "La batalla de San Lorenzo" (1912) y "La batalla de Maipú" (1912), pero también, fiel a sus orígenes, realizó una versión de "Cavallería Rusticana" en 1919.
En sus películas participaron como actores los prestigiosos Blanca, Pablo y Arturo Podestá, Alberto Ballerini, Enrique de Rosas, Enrique Muiño y el siciliano Giovanni Grasso; y como guionistas Vicente Martínez Cuitiño, José González Castillo, Joaquín de Vedia y Belisario Roldán, respetados dramaturgos.
La actividad de Mario Gallo, fallecido en Buenos Aires en 1945, comenzó la aventura de la producción cinematográfica argentina, empresa que a un siglo de iniciada sigue regida por el signo de la incertidumbre.