4 de agosto de 2008

Jeanne Moreau y el Festival Musidora

Jeanne Roques (1889-1957) fue una popular actiz del cine mudo francés, que con el seudónimo de Musidora, protagonizó entre 1914 y 1926 algo más de cuarenta películas, para dedicarse luego a la escritura de guiones y la producción. En su honor, en 1974 se realizó en París un festival de films realizados por mujeres, que reunió a directoras, escritoras y actrices que participaron activamente en los debates. Entre ellas, se destacó la figura de la actriz Jeanne Moreau (1928), famosa por sus actuaciones en "Ascenseur pour l'échafaud" (Ascensor para el cadalso) y "Les amants" (Los amantes) de Louis Malle; "The trial" (El proceso) de Orson Welles; "La notte" (La noche) de Michelángelo Antonioni; "Le journal d'une femme de chambre" (Diario de una camarera) de Luis Buñuel; "Les liaisons dangereuses" (Las amistades peligrosas) de Roger Vadim, y "Les 400 coups" (Los cuatrocientos golpes) y "Jules et Jim" (Jules y Jim) de Francois Truffaut, entre tantísimas otras.
En oportunidad del Festival Musidora, la periodista francesa Nicole Louise Bernheim de la revista especializada "Image et son", entrevistó a la actriz francesa, quien por entonces estaba dispuesta a abocarse a la realización de films (lo que haría en 1978 y 1983).Respecto del Festival Musidora, recientemente reali­zado, ¿cree usted que se tra­tó de un fenómeno curioso o piensa que fue importante?

Pienso que es un festival importante y desearía que se desarrollara cada vez más; que tenga lugar todos los años. Que sea una ocasión de encuentros que permita medir con justeza el desarrollo del lugar ganado por las muje­res en el cine en todos los planos: técnico, creativo, de la escritura, en una palabra todo lo que tiene que ver con el cine; y estaría muy bien que las actrices partici­paran simultáneamente con la mujeres que han participado de la creación de los films. Es verdad que las actrices no hacen los films, pero son ellas las que han hecho el cine desde que existe. Creo que se trata de una manifestación interesante en todos los pla­nos. Eso podría atraer a las mujeres que no están en el cine, pero que se interesan en el cine como medio de expresión. Que las mujeres ten­gan la ocasión de venir a ha­blar con otras mujeres que son quizás liberadas, que tie­nen más autonomía, que trabajan y que tienen conoci­mientos técnicos habitualmente reservados a los hombres. Un encuentro entre todas es­tas mujeres estaría bien.

¿Cree usted que los deba­tes son constructivos? Los hombres que escuchan hablar del festival se burlan un poco, dicen: "Qué interés puede te­ner un festival de mujeres, lo que es importante es que el cine sea bueno o no".

Sí, seguramente es asi. Por cierto en este festival hubo films buenos y menos buenos. El cine es una indus­tria y si las mujeres hacen buenos films, los hombres no van a tener oportunidad de burlarse mucho tiempo. Por lo tanto, este festival es una buena apertura, aunque al co­mienzo ellos se burlen un poco.

Actualmente se habla mucho del cine y del rol que en él juegan las mujeres. ¿Ha notado usted cambios al res­pecto? ¿Suceden cosas que hacen, por ejemplo, que las actrices tengan una influencia diferente de la de hace algu­nos años, o bien las cosas permanecen iguales?

No, lo que es evidente es que desde que el cine existe, y aunque haya sido hecho por hombres, es la presencia muy preponderante de las mujeres en los films como heroínas lo que ha generado la verda­dera existencia del cine. Des­de hace algunos años, las cosas oscilan en el sentido de que las mujeres tienen cada vez menos roles importantes para interpretar; hablo como comediante, puesto que los films están absolutamente re­servados a la violencia. Y cuando no están consagrados a la violencia, están consagrados al erotismo. Y allí el lugar de la mujer está absolutamente reducido al estado de objeto. Lo que no sucedía en la gran época del cine norteamericano, por ejemplo. Es cierto que ahora, cada vez más, las mujeres partici­pan en la creación de films y en muchos otros niveles. Ha­bría sido impensable, hace una decena de años, encontrar mujeres camarógrafas. Siem­pre hubo asistentes, cada vez hay más mujeres montajistas. Y cada vez más mujeres de­sean ser directoras de cine. No se pueden decir que las cosas les hayan sido facilita­das. Pero entre todas aque­llas que desean realizar films, hay algunas que llegan a serlo. Algunas que conocemos y otras que no conocemos y que trabajan en 16 mm., cuyos films no son difundidos en los circuitos comerciales.

¿Ha obtenido usted los ro­les que deseaba o se le ha impuesto un trabajo como mujer-objeto?

No, yo no diría tanto. Pero es cierto que tengo una situación privilegiada, que algunas actrices todavía tienen. Todos los grandes directores con los cuales he trabajado son personas que me conocen bien y que, en efecto, hacían películas para mí, y elegían los guiones en fun­ción del personaje que yo podía interpretar. Ciertamen­te que estos personajes, en sus vidas, dependían de los hombres. Y tenían esta par­ticularidad de estar listos para la violencia, para cambiar de vida. En "Jules et Jim" por ejemplo, esa mujer que no quiere elegir entre dos hombres; el personaje de Eva que es una mujer que vive de los hombres puesto que es una prostituta de lujo, y que sin duda, inconscientemente se venga de ese modo de semejante represión, hasta llegar a la destrucción de otro ser. En "La noche", el personaje, que es una burguesa casada, siente que hay un desgarra­miento, una especie de debi­litamiento en las relaciones con su marido; siente que él tiene necesidad de otra cosa, pero ella también tiene necesidad de otra cosa. Es decir que mis personajes son siempre lúcidos y han logrado que los periodistas, incluso el público, tengan de mi una imagen particular. Ellos dicen: "usted es una mujer libre o bien una seductora". Es decir que a partir del momento en que una mujer es suficientemente lúcida para adquirir una cierta autonomía y no contentarse con algo preparado de ante­mano, tal como se imagina que debe ser la vida clásica de las mujeres, o sea, ser educada para cuidar una ca­sa, para cuidar un hombre, para tener hijos y ocuparse de ellos; a partir del momento en que ella quiere escapar a este patrón ineluctable, es considerada, ya una devoradora, ya una mujer escandalosa o bien como una pobre des­pistada, y como no se me ha dado este epíteto de despis­tada, se me toma por una seductora, por una mujer to­talmente peligrosa. Es decir, que las características que quedan muy bien en un personaje masculino no son sopor­tadas por el público cuando las posee un personaje femenino. Hasta el momento, he tenido la suerte de expresar una rebelión que me era per­sonal y que ha crecido con los años. Ahora el cine ha cambiado mucho. Se diría que con este movimiento de liberación de las mujeres, ya sea organizado o intuido in­dividualmente por algunas de ellas, ha coincidido un nue­vo cine que está basado en relaciones de fuerza y vio­lencia, lo que elimina a las mujeres. No creo que el poder de las actrices sea grande en este momento. Y creo que ahora lo importante es que las mujeres hagan films para mos­trar un mundo con la mirada de las mujeres.

Por otra parte, es terrible la situación de la actriz. Ac­tualmente, ¿la única posibilidad para alguien como usted sería expresarse en la creación de una obra personal?

¡Absolutamente! Es el úni­co medio. Por eso, estoy de­cidida a hacer un film como directora; me parece la salida natural cuando se tiene la pa­sión del cine, cuando se tiene curiosidad por la vida y cuan­do se es profundamente artis­ta, llega un momento en que se siente que para poder expresarse es necesario hacerlo uno mismo, escapando así al silencio o a la tiranía.

¿Es una casualidad que usted tenga deseos de hacer un film? Ac­tualmente, cada vez hay más mujeres que hacen cosas, que tratan de mostrar el universo de las mujeres. ¿Cree usted que existe eso?

Está el universo de las mujeres y está el universo de los hombres. Los comparti­mos, aunque nosotras lo vivi­mos en condiciones diferentes, aunque no tengamos conciencia de ello. Sé que hay algu­nas mujeres que nos leen en este momento y que deben pensar: "ellas están comple­tamente locas, es exactamen­te igual". Pero hay diferen­cias, preocupaciones, exigen­cias; incluso fisiológicamente, nuestra vida tiene ritmos de una manera totalmente dife­rente, luego las sensaciones se modifican también. Quiero decir que nosotras vivimos al ritmo de la luna, con mani­festaciones físicas bien cono­cidas. Y a lo largo de los si­glos se nos ha asignado un cierto lugar en la vida que no satisface a muchas.

En su opinión, ¿es eso lo que se debería transmitir a través del cine: los ritmos diferentes, las pequeñas co­sas?

Por ejemplo, se ha hablado de las relaciones amo­rosas, pero siempre desde el punto de vista de los hom­bres. La relación de las mu­jeres con la sociedad, lo que ocurre alrededor de ellas, la vida de las mujeres con su cuerpo que es un misterio absolutamente fascinante, incluso si se ha tratado de mos­trar todo esto, ha sido a través de los hombres, con sensibilidad masculina. Ha sido pues lo que los hombres han visto sobre las mujeres que han hecho que estos films existieran, pero siempre realizado por los hombres. Es­toy segura que una directora de fotografía no filmará ja­más un rostro de mujer como un hombre, no vería las mis­mas cosas. Lo que podrían parecer singularidades a un director de fotografía, a una mujer le parecerá algo muy conocido, o desconocido, o tierno. Creo que si una tiene una cierta paciencia, puede leer rápidamente en el rostro de una mujer. Naturalmente, siempre que no se sucumba a la imagen femenina que los hombres quieren de nosotros, es decir, la imagen de rivales. A partir del momento en que una no se siente en compe­tencia con las otras mujeres, es maravilloso mirarlas y ver­las vivir. Incluso aunque ellas nos parezcan muy diferentes a nosotras o aunque vivan de una manera absolutamente in­concebible en relación a nuestra propia vida.