26 de enero de 2009

Juan Goytisolo: "Solamente no tienen influencias los estúpidos y los insensibles"

El barcelonés Juan Goytisolo (1931) nació en el seno de una familia burguesa de origen vasco-catalán. Su madre murió en 1938 durante un bombardeo en la Guerra Civil española y su padre tomó posición en favor del franquismo. Tras una infancia difícil, en 1956 se radicó en París, donde trabajó como asesor literario en la editorial Gallimard. Allí conoció al novelista, dramaturgo y poeta francés Jean Genet (1910-1986), el cual influyó notablemente en su obra. Establecido desde 1996 en Marrakesh (Marruecos), forma parte del Parlamento Internacional de Escritores y es presidente del jurado de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Lo que sigue es un fragmento de la entrevista realizada al prestigioso escritor español por los poetas colombianos Gonzalo Márquez Cristo (1963) y Amparo Osorio (1951) -director y coordinadora editorial respectivamente- de la revista anual "Común Presencia", en cuyo nº 13 correspondiente al año 1999 apareció publicada.Es reconocida su marginalidad, su defensa de causas perdidas, su permanente apuesta por lo humano. ¿Se podría llamar un extranjero en la Tierra, un hombre siempre distante de deslumbramientos y modas, y de las concesiones al poder y a la fama, llamada por Borges la peor incomprensión?

Borges tenía razón: la mejor manera de no pasar de moda es esforzándose por no estarlo nunca, por eludir el éxito. Como decían los surrealistas: toda obra que triunfa corre fatalmente a su ruina.

¿Usted propone a la memoria como el arma que debemos esgrimir contra la amnesia impuesta por el poder?

Hitler ordenó la quema de todos los libros judíos, Stalin la de los burgueses-cosmopolitas, los serbios quemaron la biblioteca de Sarajevo, e incluso hemos asistido a la limpieza lingüística; es sabido que muchas palabras árabes utilizadas en español fueron reemplazadas por otras de raíz latina a partir de Nebrija, y también Hitler extirpó del alemán las de origen yidish. Entonces es nuestro deber recordar lo suprimido por esa institución del Estado llamada amnesia, impedir el memoricidio, con una ética individual que nos sitúa para decirlo con palabras de Günter Grass, en escritores sin mandato, opuestos a los intelectuales acomodaticios y a los representantes complacientes de las literaturas "light".

Ha sido un nómada en diversos países, idiomas y culturas... ¿Cómo definiría su profundo vínculo con la errancia? ¿Existe alguna complicidad con Bowles, famoso cultor del viaje que se residenció también en Marruecos?

Los árboles tienen raíces y no se mueven de sitio. Los homínidos tenemos pies y podemos caminar. Toda mi vida ha sido un intenso viaje tanto en el plano físico como en el cultural y moral, y ese tránsito incesante ha enriquecido mi existencia.

¿Podría referir algunos encuentros vivenciales con escritores que hayan sido imprescindibles para usted?

El único encuentro con un escritor que ejerció en mí una influencia perdurable fue con Jean Genet. Esta influencia fue menos literaria que moral. El me enseñó a establecer una neta distinción entre la escritura y la vida literaria, a desprenderme de mi vanidad juvenil, del oportunismo político y del deseo de figurar en la vida parisiense para centrarme en algo más hondo y difícil: la conquista de una expresión literaria propia, mi autenticidad subjetiva. Sin el ejemplo de Genet no habría tenido tal vez la fuerza moral de escribir "Reivindicación del conde don Julián", "Coto vedado" o mi último libro, "Carajicomedia".

Por la coincidencia generacional y por su visión experimental de la novela, similar a la de algunos escritores del Boom, ¿se ha sentido un escritor latinoamericano?

Tal vez estoy más próximo a Lezama Lima, Fuentes, Cabrera Infante o Severo Sarduy, que a Cela o a Juan Benet. Las fronteras literarias no se corresponden con las geográficas. No creo en las literaturas nacionales ni en la concepción del escritor como un bien nacional. Esa es la peor desgracia que le puede ocurrir a uno.

Aunque sabemos de su indiferencia hacia cualquier premio, ¿cómo evalúa a los escritores españoles que han recibido el Nobel de Literatura?

Me siento más cómodo cuando me declaran persona "non grata" que cuando me premian. En el primer caso sé que tengo razón. En el segundo, muy raro por fortuna, dudo de mí mismo.

"Aprenderás a pensar contra tu propia lengua" es una desmesurada propuesta de uno de los personajes de Juan sin tierra, ¿será también el sueño de someter la palabra a una catarsis recobradora de la eficacia de sus signos? ¿a un desprendimiento de la retórica acumulada para llegar a la desnudez de los objetos y las ideas?

La tradición literaria canónica crea una imagen icónica de sí misma, una imagen incapaz de apreciar y reconocer la enorme variedad y riqueza de su propio contenido. Por eso hay que luchar contra esta lectura restrictiva y pensar contra el lenguaje ocupado por ella. Durante el franquismo, por ejemplo, sufrimos la violencia del lenguaje ocupado, y me esforcé en pensar contra él.

¿Ha logrado dentro de su crítica radical a lo propio, lo que llama la riqueza de la desidentificación? ¿La feliz anonimia, el volver a nacer para recuperar el asombro primigenio?

El escritor puede conocer la importancia y valor de sus esfuerzos, pero no el resultado de ellos. La historia decide, independientemente de él.

Hay un torrente poético y reflexivo en su obra. ¿Cómo ha sido su relación con la poesía y la filosofía, y cuáles sus poetas predilectos?

No leo obras filosóficas, sólo poesía. San Juan de la Cruz me estimula y conmueve más que cualquier tratado filosófico.

¿La búsqueda de la originalidad desapareció?

Solamente no tienen influencias los estúpidos y los insensibles. Es importante elegir muy bien las fuentes, asimilarlas, entregarse a su alquimia, hacerse digno de ellas.