20 de marzo de 2011

Crónicas de Marilyn (10). Final

Desde el mismo momento de su muerte y hasta hoy día, se han escrito infinidad de artículos, ensayos y biografías más o menos serios, más o menos fantasiosos, más o menos verosímiles. Entonces y ahora, sobrevoló siempre la duda sobre la causas del fallecimiento de Marilyn, un recelo que se fue incrementando con el paso del tiempo y la aparición de nuevos testimonios y archivos confidenciales recientemente desclasificados. Las teorías, las sospechas y las conjeturas, tanto las mesuradas como las absurdas, coinciden en involucrar al por entonces fiscal general de Estados Unidos Robert Kennedy, al director del FBI J. Edgar Hoover, a su psiquiatra Ralph Greenson, a su ama de llaves y asistenta personal Eunice Murray, a su secretaria y agente de prensa Pat Newcomb, a su agente de relaciones públicas Arthur Jacobs, al actor Peter Lawford y hasta a Sam Giancana, uno de los más relevantes miembros de la mafia estadounidense. Rodrigo Fresán (1963), escritor y periodista argentino, dice en un artículo publicado en "Página/12" el día en que la actriz hubiese cumplido ochenta años, que "Marilyn Monroe no funciona bien como carne de museo porque parece cada vez más viva con cada hora que pasa y con cada minuto que se la ha dejado de ver viva o en vivo o en directo. Marilyn -hueca y rellena al mismo tiempo, aterrorizada en vida por cada gramo que engordaba y por la memoria de su madre loca y una infancia dickensiana- es alimento perfecto para sus miles de reinterpretadores". Es que, como afirma el periodista argentino Juan Ignacio Boido (1975) en el mismo diario en ocasión de la publicación en 2010 de "Fragments" (Fragmentos), la colección de poemas, notas personales y cartas manuscritas de Marilyn Monroe"Decenas de biografías sobre su infancia trágica y sus matrimonios desgraciados. Investigaciones sobre el rol de la CIA y los Kennedy en su muerte. Retratos de autores como Truman Capote y Norman Mailer tratando de capturar su gracia infinita. Cuadros de Warhol, Dalí y De Kooning tratando de capturar su misterio. Y sin embargo, Marilyn Monroe sigue siendo más grande, más misteriosa y más encantadora que cualquier cosa que pueda decirse de ella". Marilyn, ciertamente una de las mujeres más proyectadas del siglo XX, "resplandecía toda -prosigue Boido-, ella resplandecía y eran los ojos de los otros los que se encendían. Si Marilyn Monroe tuvo un matrimonio feliz, fue con el Kodachrome. Esa piel hecha de luz, casi traslúcida, y ese rubio platinado que por fin no le debía nada prestado al blanco y negro. Marilyn Monroe no era parecida a ninguna de las rubias de Hollywood hasta entonces, ni era ninguna de esas rubias fatales del cine negro que le pedían a la noche que hiciera nido en su pelo para ser rubias en pantalla. Marilyn Monroe era la primera rubia fatal a la luz del día: una rubia con luz propia. Una rubia que no necesitaba hacer policiales negros porque terminó viviendo el film más negro de todos".
Al respecto, el escritor y periodista inglés Anthony Summers (1942) se inclina decididamente por la teoría del asesinato en "Goddess. The secret life of Marilyn Monroe" (Las vidas secretas de Marilyn Monroe), ya que, para el presidente Kennedy, "Marilyn no era como las demás las mujeres, ella no era una amante más. El le contaba los entretelones de la vida política y ella llegó a interesarse. Los secretos de almohada fueron muchos y, ante las advertencias de Hoover, Kennedy tomó decisiones para proteger su mandato presidencial, su figura política y la seguridad del Estado". Es que, aconsejada por algunos amigos, la actriz había viajado a México donde se hospedó en la mansión de Frederick Vanderbilt Field (1905-2000) quien era considerado por el FBI como un elemento comunista y, por lo tanto, rigurosamente vigilado por los servicios secretos estadounidenses. Un informe del FBI, archivado varios días después de la partida de Marilyn de México, hacía referencia a las conversaciones que ella mantuvo con Vanderbilt Field sobre temas confidenciales de los que se había enterado hablando con el presidente. Por su parte, Donald H. Wolfe (1946), guionista y editor de los estudios Warner Bros, y autor de "The last days of Marilyn Monroe" (Los últimos días de Marilyn Monroe), considera que "Marilyn Monroe sabía demasiado" y que fue víctima en la noche del 4 de agosto de 1962 "de un complot que culminó con su asesinato. Un asesinato que, según todos los indicios, fue ordenado e incluso presenciado por el fiscal general de los Estados Unidos Robert Kennedy". "Dos hombres de gris de Hoover seguían descaradamente a Vanderbilt Field y a su amiga -narra Wolfe-. El director del FBI vivía alarmado por la afición de Jack Kennedy por las mujeres y profundamente molesto porque no se hacía caso de sus advertencias. En esta ocasión le disgustó sobremanera enterarse de que Marilyn Monroe, sin proponérselo, hubiera pasado información confidencial a un comunista que, como sabía el FBI, estaba en contacto con espías extranjeros. Según fuentes allegadas a Hoover, el director se enfadó como nunca lo habían visto sus subordinados". Según el FBI, a la ideología comunista también adherían José Bolaños (1935-1994), un oscuro actor y guionista mexicano -informante del FBI según Summers-, ocasional amante y la última persona con la que Marilyn habló por teléfono antes de que se encontrara su cadáver, y Ralph Greenson (1911-1979), su psiquiatra particular, cuya formidable influencia sobre la actriz llevó al director George Cukor (1899-1983) a afirmar que si había que hablar con Marilyn "no era necesario llamar a su secretaria, ni a su agente, ni a su abogado. ¡Se llamaba a su psiquiatra!". 


Para Wolfe, el presidente de los Estados Unidos había pasado a ser un riesgo para la seguridad nacional: "Buena muestra del peligroso cóctel en que se había convertido Marilyn Monroe fue que, tras el fin de una de sus crisis más graves -por la que fue internada en un sanatorio mental, donde llegaron a colocarle una camisa de fuerza-, accedió directamente al teléfono del Despacho Oval bajo el seudónimo de Nancy Green. Mientras hacía furor la guerra fría, el hombre iniciaba su carrera a la luna y se empezaban a construir refugios antiatómicos, se había dado instrucciones a la centralita telefónica de que todas las llamadas de Nancy Green se pasaran al Despacho Oval. Los asuntos urgentes del momento eran el plan de matar a Fidel Castro y la invasión de la Bahía de Cochinos. Una de las personas que pueden haber estado enteradas de los planes de invadir Cuba y matar a Castro era Marilyn Monroe. En julio de 1962, Marilyn le enseñó su diario rojo o 'libro de secretos' a Robert Slatzer. En el diario había apuntes que tomaba Marilyn sobre su conocimiento del complot de la CIA para matar a Castro y una declaración de que Bobby era inflexible en su recomendación de retirar el apoyo militar de los Estados Unidos a las fuerzas invasoras de la Bahía de Cochinos". Más adelante, Wolfe comenta que el doctor Greenson revisaba esas anotaciones durante las sesiones de análisis. "Ser analista de una amiga íntima del presidente ponía a un miembro de la Komintern en una posición única. En el diván del analista había una fuente de secretos comprometedores acerca de la vida privada del presidente de los Estados Unidos así como también informes sobre asuntos mundiales". El "libro de secretos" de Marilyn pasó así a ser una cuestión preocupante para James Jesus Angleton (1917-1987), jefe de contraespionaje de la CIA, "ese pequeño cuaderno rojo en el que apuntaba hasta lo más nimio y que siempre llevaba consigo, porque, afirmaba, así conseguía una cultura que le permitiría algún día incluso intervenir en las profundas conversaciones de sus amigos y conocidos. Marilyn deseaba realmente convertirse en una persona con bagaje intelectual. Un deseo que se acrecentó a medida que en Hollywood le presentaban una y otra vez guiones que reflejaban a la manida rubia tonta". Despechada por el abandono del presidente, la actriz buscó consuelo y refugio en su hermano. Marilyn llegó a afirmar que Bob estaba enamorado y que le había prometido casarse con ella. "Era -dice Summers- como si la actriz viera en Bob a su hermano Jack". El fugaz romance había comenzado cuando "Jack Kennedy encargó a su hermano Bobby que fuera a California y la calmara. Mientras consolaba a la Monroe, Robert siguió el ejemplo de su hermano mayor y cayó en los brazos de la actriz. Según Peter Lawford no era la intención de Bobby, pero se hicieron amantes... y la aventura se volvió muy intensa casi de inmediato". El FBI, mientras tanto, aseguraba que Bob preparaba el divorcio a pesar de ser el padre de nueve hijos, lo cual, como es fácil de imaginar, era demasiado.
Según la información que recorrió el mundo el 5 de agosto de 1962, Marilyn fue encontrada muerta en su cama. Sobre el colchón estaba el cuerpo de una mujer muy maltratada que era Marilyn. Yacía boca abajo medio cubierto con una sábana y el teléfono bajo su torso, discos esparcidos sobre la cama, desorden allí pero orden perfecto en los detalles. Un desorden "bien organizado", tal como tipificó el ayudante del oficial de la policía de Los Angeles Jack Clemmons (1924-1998) a cargo de la investigación. "Eso no era el escenario de un crimen -agregó-, era el escenario de un teatro bien montado. El cadáver mostraba claros moretones, también en sus extremidades. Sus brazos cuidadosamente colocados, paralelos al cuerpo; y su cabeza sobre una almohada. Sus dedos estaban tersos, rígidos. La lividez de todo el cuerpo mostraba a las claras que aquella mujer no acababa de morir... y no allí precisamente". Se sucedieron luego las declaraciones contradictorias, testimonios, rumores, desmentidas, aclaraciones que confundían y titubeos que evidenciaban... En fin, todo tipo de irregularidades. Algunos vecinos vieron una ambulancia y un patrullero antes de las 22:30 del 4 de agosto, pero la policía recibió la llamada avisando de la muerte de la actriz recién a las 4:25 del día siguiente. Esa medianoche, un policía detuvo un Mercedes oscuro que circulaba a más velocidad de la permitida por las calles de Beverly Hills, dentro del cual se encontraban el actor Peter Lawford, el doctor Greenson y el fiscal general de los Estados Unidos Robert Kennedy. El sargento Clemmons trató de enterarse de la hora exacta del deceso y recibió tres respuestas diferentes. El cuerpo de Marilyn no presentaba el aspecto de muerte por sobredosis: no había restos de espuma en su boca ni signos de tensión en su cuello producto de las convulsiones propias de una agonía. En un papel arrugado hallado sobre la cama se encontró el número telefonónico de la Casa Blanca, que desapareció como los registros de las llamadas telefónicas y los papeles y carpetas que Marilyn guardaba en un archivador cuya cerradura apareció violentada. Allí estaba el diario íntimo de Marilyn que fue a parar a la caja fuerte del juzgado, pero al día siguiente ya no estaba. El mismo sargento Clemmons se sorprendió al encontrar a su llegada una gran cantidad de autos estacionados en el jardín, además de un cristal de la puerta de la habitación de Marilyn roto y un frasco de Nembutal vacío, abierto y con la tapa allí mismo. Sobre una mesita pequeña, frascos de otros medicamentos "demasiado bien colocados, ordenados", según Clemmons. El doctor Hyman Engelberg (1913-2005), el médico que estableció que la muerte de Marilyn fue un suicidio, declaró que encontró un frasco vacío del barbitúrico Nembutal de cincuenta pastillas junto a otros quince envases de sedantes. Precisamente había sido él quien pocos días antes de la fatídica madrugada le había recetado a la actriz una cápsula de Nembutal todas las noches para conciliar el sueño. "Marilyn Monroe ha muerto. Se ha suicidado", fueron las primeras palabras que pronunció el doctor, y añadió: "Estaba el Nembutal que yo le había recetado, pero también un frasco de Seconal que yo jamás le di y también hidrato de cloro, un producto que no le podía haber recetado ni un solo médico en Eestados Unidos y que sólo pudo haber comprado en Tijuana". Engelberg, probablemente un cómplice necesario, antes de que el sargento de policía se fuera, le repitió como antes lo había hecho el doctor Greenson que aquello era claramente un suicidio.
El juez que se hizo cargo del caso fue Theodore Curphey (1897-1986), un amigo personal de Bob Kennedy. El fue quien decidió que la autopsia la realizara el doctor Thomas Tsunetomi Noguchi (1927), un médico japonés quien por esos días era un mero patólogo ayudante, sin experiencia. "Lo normal hubiese sido que la autopsia la hubiera practicado un médico forense más experimentado -declaró Noguchi tiempo después- pero, no obstante, el doctor Curphey hizo aquella singular llamada un domingo a primera hora para adjudicarme la tarea". Para que Noguchi pudiera hacer la autopsia hubo que recuperar el cadáver de una funeraria privada, donde ya lo estaban embalsamando. Todo esto condujo al forense a preguntarse en su reciente libro "Exquisite corpse" (Cadáveres exquisitos): "¿Se suicidó Marilyn o le inyectaron los fármacos que le causaron la muerte?". "El cadáver que se hallaba sobre la mesa -relata Noguchi- estaba cubierto por una sábana blanca. Lo destapé lentamente y me detuve. Me costó unos instantes hacerme a la idea de que estaba contemplando el rostro de la verdadera Marilyn Monroe. No hallé ni una sola marca de aguja, y eso es lo que consigné en el diagrama corporal del informe. Sin embargo, curiosamente, sí encontré señales que podían indicar violencia: también apunté esos hallazgos en el diagrama. En la región lumbar, a la izquierda, Monroe presentaba una ligera equimosis, un hematoma cárdeno resultado de una pequeña hemorragia ocurrida dentro de los tejidos". En su informe, el doctor Noguchi expuso las conclusiones de la autopsia: "Examen externo: el cuerpo sin embalsamar pertenece a una mujer caucásica de treintiséis años y buena constitución, sana, con cincuentitrés kilos de peso y un metro sesentiséis de estatura. El cuero cabelludo está cubierto por una melena de color rubio oxigenado. Ojos azules. Se advierte una leve equimosis entre la cadera izquierda y el lado izquierdo de la región lumbar". A continuación, el informe detallaba el examen interno de los sistemas cardiovascular, respiratorio, hepático y biliar, sanguíneo y linfático, endocrino, urinario, reproductor y digestivo. "Fue la sección que analizaba el sistema digestivo la que más tarde creó la controversia -explica Noguchi- puesto que yo no había detectado ningún rastro del paso de píldoras por el estómago o el intestino delgado. Ningún resto. Ningún cristal refractario, aunque los frascos de píldoras recogidos mostraban que Monroe había ingerido entre cuarenta y cincuenta nembutales y abundantes cápsulas de hidrato de cloral". El doctor Noguchi aclaró después que lo normal era haber encontrado restos de pastillas en el estómago o fragmento de la gelatina de las cápsulas. Añadió que los barbitúricos debían haberle sido administrados por vía anal. Una dosis quince veces superior a la resistencia de un ser humano. "El informe del laboratorio toxicológico aún añadiría más leña al fuego -continúa el forense-. Llegó a mis manos varias horas después de que finalizara la autopsia y, nada más comenzar a leerlo, disparó mis alarmas. Yo había enviado, junto con el hígado, muestras de sangre para realizar las pruebas de alcohol y barbitúricos. Además, había remitido otros órganos para un posterior análisis toxicológico, entre ellos el estómago con su contenido y el intestino. De inmediato me percaté de que los técnicos del laboratorio no habían examinado esos órganos: se habían limitado a analizar la sangre y el hígado". El doctor Noguchi certificó "probable suicidio" pese a que no se pudo encontrar ni un sólo vaso de agua en la habitación de Marilyn para ingerir una cantidad tal de comprimidos de Nembutal y de Hidrato de Cloral como para provocar la sobredosis que supuestamente la condujo a la muerte.


El doctor John W. Miner (1918-2011), ex fiscal de distrito del condado de Los Angeles que investigó la muerte de Marilyn Monroe en 1962 llegó a decir que el "caso Marilyn" era "el caso más extraño en la historia de Estados Unidos, porque todas las muestras corporales desaparecieron de un día para otro, incluyendo el hígado, el riñón y el estómago y sus contenidos, que podrían haber establecido definitivamente que ella no se suicidó". Miner creía, al igual que Noguchi, que a la Monroe le habían suministrado un enema del barbitúrico Nembutal: "La mancha anormal del colon debió haber sido examinada. Noguchi y yo estábamos convencidos de que uno o varios edemas fueron la vía de la droga mortal y del Hidrato de Cloral con que trataron de dormirla. Es imposible que la paciente hubiera podido ni aún siendo enfermera autoadministrarse una lavativa mortal. Probablemente se la haya aplicado Eunice Murray, su asistenta, pero de estar consciente, Marilyn hubiera opuesto una resistencia de un grado tal que el contenido se habría derramado. Sin ambargo, las sábanas estaban recién lavadas y no había manchas de vómitos o líquido intestinal o de lo que deja, inevitablemente, un enfermo en esas condiciones". A su convicción de que Marilyn no era una suicida contribuyeron las cintas que la actriz había grabado para su psiquiatra, cintas que éste permitió a Miner escuchar durante su investigación de 1962 a condición de que no revelara nunca el contenido. En un reportaje aparecido en el diario inglés "The Times" en 2005, Miner contó que había tomado "extensas notas, casi literalmente", de las cintas y que rompió su promesa muchos años después de la muerte del psiquiatra sólo porque algunos biógrafos de Monroe sugirieron que Greenson debería ser considerado un sospechoso en la muerte de la estrella. "Entre las cosas sobre las que Monroe hablaba en esas cintas estaba su adoración por Clark Gable, un encuentro sexual con Joan Crawford, el fracaso de sus matrimonios con Joe DiMaggio y Arthur Miler, y su deseo de ser tomada en serio como actriz". Miner sostuvo en aquella entrevista que los que la leyeran llegarían fácilmente a la conclusión de que "no era posible que esta mujer se haya suicidado. Tenía planes de futuro muy específicos". No obstante ello, una revisión de la fiscalía del caso Monroe en 1982 concluyó que no habían "evidencias creíbles que sustenten la teoría del asesinato".
Cuando acabó de rodar "The misfits" (Vidas rebeldes), el director John Huston (1906-1987), refiriéndose a Marilyn, predijo: "Dentro de poco estará muerta o en un sanatorio". La película se estrenó el 1 de febrero de 1961, apenas un año y medio antes del fatal desenlace. Por entonces el antropólogo Claude Lévi Strauss (1908-2009) publicaba "La pensée sauvage" (El pensamiento salvaje), en donde discutía la teoría de Jean Paul Sartre (1905-1980) de que los individuos podían hacerse a sí mismos libremente y que la humanidad había progresado desde el salvajismo hacia la civilización de ese modo. Para Levi Strauss, en cambio, las personas actuaban de acuerdo con unas estructuras mentales innatas y el progreso era sólo una ilusión. En lugar de sociedades primitivas y modernas, existen las sociedades "frías" y "calientes"; las primeras valoran la armonía y lo estable, las últimas, el cambio y la expansión. ¿En cuál de ellas encajaba Marilyn? Por entonces también, los Beatles tuvieron su primera sesión de grabación en los estudios EMI de Londres. El tema que grabaron fue "Love me do" que pronto alcanzaría el número diecisiete en la lista británica de música pop. Para Marilyn, aquella súplica -Amame-, fue un ruego desde el mismo momento en que fue anotada con el número 3.463 en un horfanato de Los Angeles tras haber sido abandonada por su madre, y un anhelo que mantuvo durante sus breves treintiséis años de vida. En 1953, en "Gentlemen prefer blondes" (Los caballeros las prefieren rubias) -para muchos su mejor película- Marilyn decía: "Es la historia de mi vida: a mí siempre me toca la parte del caramelo llena de pelusa". Efectivamente, así fue.