1 de abril de 2012

P.D. James: "Es muy fácil escribir mal una novela policíaca, lo realmente difícil es escribirla bien" (1)

Con algo más de noventa años de vida y cincuenta de trayectoria literaria, Phyllis Dorothy James (1920) es sin dudas la mejor escritora de novelas policíacas británica. Mientras otros autores han tratado de rescatar este tipo de historias de un cierto descrédito liberándolas de las ataduras del género, P.D. James lo ha engrandecido moviéndose con soltura dentro de los límites y restricciones del mismo, dándoles más relieve y realismo a sus ominosos misterios y más profundidad psicológica a sus detectives. "Cuando me puse manos a la obra con mi primera novela -cuenta P.D. James-, a mediados de la década de los cincuenta, no se me pasó por la cabeza comenzar con una historia que no fuera de detectives. Las novelas de misterio eran las que más me gustaban leer para relajarme y tenía la sensación de que si lograba escribir una y escribirla bien, habría posibilidades de que alguna editorial la aceptara. Siempre me ha fascinado el aspecto estructural de la novela y la narrativa de misterio presentaba una serie de problemas técnicos relativos, sobre todo, a la construcción de una trama que fuera verosímil y emocionante, en un entorno que resultara real a los lectores y con personajes que fueran hombres y mujeres creíbles que afrontan el trauma de una investigación policial por asesinato. Así, el relato detectivesco me pareció un aprendizaje ideal para alguien que se embarcaba en la escritura sin grandes esperanzas de hacer fortuna pero con la ilusión de llegar a convertirme algún día en una novelista buena y seria". Así como Agatha Christie creó a Hercules Poirot y Dorothy Sayers a Peter Wimsey, la autora de "The lighthouse" (El faro) tiene el mérito de haber creado a Adam Dalgliesh, un detective cerebral con cierta tendencia a la melancolía y a la reflexión de carácter lírico. "Una de las primeras decisiones fue, como es natural, la elección del detective -recuerda P.D. James-. Si ahora me viera en esa situación, probablemente escogería a una mujer, pero en aquella época no era una opción ya que no había mujeres ejerciendo como detectives. La principal elección, por tanto, consistía en decidir si el detective era un profesional o un aficionado del sexo que fuera y, como mi objetivo era lograr el máximo realismo, me decanté por la primera opción y Adam Dalgliesh, llamado así por la profesora de inglés que tuve en la Cambridge High School, se instaló en mi imaginación. Yo había aprendido la lección de Dorothy Sayers y Agatha Christie, que comenzaron con detectives excéntricos y acabaron sufriendo un gran desengaño. Así que decidí empezar con un personaje menos descaradamente peculiar y matar sin ninguna piedad a su esposa y a su hijo recién nacido para evitar implicarme en su vida sentimental, pues me parecía difícil incorporar ese aspecto con acierto en la estructura del relato clásico detectivesco. Lo doté de las características que me admiran en cualquier persona, sea hombre o mujer: inteligencia, valentía -no insensatez-, sensibilidad -no sensiblería-, y discreción. Me daba la impresión de que eso me permitiría crear un policía profesional creíble y con posibilidades de evolucionar en caso de que esa novela se convirtiera en la primera de una serie. Una serie de misterio tiene, por supuesto, ventajas concretas en lo que respecta al detective; un personaje definido que no hace falta presentar a los lectores al comienzo de cada novela, una trayectoria fructuosa resolviendo crímenes que puede aportar seriedad, una historia y unos antecedentes familiares establecidos y, sobre todo, la identificación y la lealtad del lector". Desde la inaugural "Cover her face" (Cubridle el rostro) de 1962, el detective poeta Adam Dalgliesh ha aparecido en catorce de las diecinueve novelas que ha escrito a la fecha P.D. James. Lo que sigue es la primera parte de una compilación editada de tres entrevistas: una publicada en el nº 135 de la revista francesa "The Paris Review" correspondiente al verano de 1995, otra aparecida en "El Periódico" de España el 6 de octubre de 2010, y la última pertenece al programa radial "Sunday Profile" que la cadena ABC de Australia emitió el 8 de diciembre de 2011. En ellas, la escritora británica recuerda sus inicios y se explaya sobre el díficil arte de la novela policíaca.


No comenzó a escribir hasta que tuvo cuarenta años, aunque usted ha dicho muchas veces que siempre quiso ser escritora. ¿Cómo lo supo y como pensó usted que lo lograría?

Pienso que nací sabiéndolo. Desde muy chica solía contarles historias a mi hermano y mi hermana. Vivía en el mundo de la imaginación y hacía algo que otros escritores me han dicho que también hicieron como los niños: me describía a mí misma en tercera persona: "ella cepilló su pelo y se lavó la cara, luego se puso su camisón...", como si yo estuviese de pie delante de mí, observándome. No sé si esto es significativo pero pensaba que la escritura consistía en lo que yo sabía que era un libro.

¿Estaban interesados sus padres en la literatura? ¿Leían mucho? ¿Qué libros tenía usted en su casa?

Yo era la mayor de tres hermanos, y mi padre era un funcionario público de grado medio. El matrimonio de mis padres no era particularmente feliz, en parte, pienso, debido a su carácter muy diferente. Mi padre era esencialmente reservado, sumamente inteligente e impasible; mi madre era ardiente, impulsiva, y mucho menos intelectual. Pienso que he heredado el carácter de ambos. Ninguno de mis padres escribió o en particular estuvo interesado en la literatura, pero ellos se alegraron mucho con mi éxito.

¿Qué leyó usted en la escuela?

Fui educada en el sistema estatal en una vieja escuela en Cambridge. La educación estatal en aquel tiempo estaba muy bien, pero tuve que marcharme a los dieciséis años porque la universidad no era gratuita y mi familia no podía pagarla. Me habría gustado ir a la universidad, aunque no creo que, necesariamente, habría sido mejor escritora. Quizás al revés. Cuando dejé la escuela yo había leído más a Shakespeare y a otros grandes poetas que muchos graduados de la universidad hoy. Me asombra lo limitado de la lectura en la actualidad comparándola con la de mi época.

¿Cuál fue el primer libro que recuerda haber leído y amado de verdad, y por qué?

Bueno, supongo que "El viento en los sauces", un clásico de la literatura infantil inglesa. Me gustó mucho, me encantó, supongo que porque era un libro bastante tranquilizador. Pero la lectura real, lo primero que leí, fueron los cómics. Creo que es lo que generalmente sucede con los niños. Mi madre solía comprármelos. Había uno llamado "Tiger Tim" y otro llamado "Rainbow", y yo estaba desesperada por leerlos. Puedo recordar la emoción enorme de ser capaz de leer...

En cuanto a novelas, ¿leyó usted a los principales novelistas también?

Nosotros no teníamos muchos libros en casa, así que conseguía la mayor parte de mis libros en la biblioteca pública de Cambridge. Leí extensamente a Jane Austen, su estilo fue fundamental en mis inicios. Otro de mis primeros amores fue el "Libro de oración común" de la Iglesia Anglicana, por su hermosa redacción y su sentido de la historia.

¿Qué le atrajo en particular de Jane Austen?

Su ironía y el control de la estructura. Su estilo, el modo en que ella creó un mundo tan distintivo en el cual uno se siente como en casa. Llamé Jane a mi segunda hija por ella. Nació durante uno de los peores bombardeos a Londres. Estábamos ocultos en un sótano en Hampstead y podíamos oír las bombas. Allí leí a Jane Austen por centésima vez.

¿Leyó con el mismo gusto a George Eliot también?

Llegué a ella más tarde. Como la mayoría de la gente, creo que "Middlemarch" es una de las mayores novelas inglesas, pero no tengo el mismo afecto para George Eliot que para Jane Austen. Leí a Dickens y reconozco su genio, pero él no es mi favorito. No tiene la sutileza de caracterización que uno consigue, digamos, en Trollope.

Trollope se ha convertido en un héroe de las feministas, sobre todo por su "El modo en que vivimos ahora", en el cual proclamó los derechos de la mujer mucho antes de que alguien más lo hiciera.

Tiendo a no pensar en los libros en términos de esas cuestiones o pasiones; esto los disminuye. Pero es cierto que ese libro en particular es una especie de novela contemporánea. Trollope describe la vida de la mujer cuando el matrimonio era la única posibilidad para su realización personal.

¿Leyó usted a novelistas extranjeros? ¿Los rusos, los franceses?

Leí los obvios: "Guerra y paz", "Ana Karenina". Leí a algunos novelistas norteamericanos: Hemingway, Fitzgerald, John O'Hara, y a los escritores de novelas policíacas como Dashiell Hammett y Ross MacDonald. Pienso que los escritores norteamericanos de novelas policíacas han tenido una influencia profunda, no sólo en el género, sino en el curso de la novela en total.

¿De qué modo?

Por el vigor de su lengua, su empleo imaginativo del humor. Esto es un estilo distintivo que ha influido en la novela norteamericana.

Esto nos trae al género que usted escogió. ¿Lo eligió porque era consciente de tener talento para incursionar en él?

No hago distinciones entre la novela supuestamente seria o literaria y la novela de crimen. No vacilé mucho antes de decidirme a tratar de escribir una novela policíaca, porque tanto disfruté leyéndolas que pensé que probablemente yo podría hacerlo satisfactoriamente. Y al ser la novela policíaca un género popular, pensé que tendría una mejor posibilidad de publicarla. No quise usar las experiencias traumáticas de mi propia vida en un libro autobiográfico, que habría sido otra opción para una primera tentativa. Pero había dos otros motivos. Primero, me gusta la ficción estructurada, con un principio, un medio y un final. Me gusta la narrativa, el paso, la resolución que una novela policíaca tiene. Segundo, yo iniciaba por fin el camino de hacerme escritora que había añorado toda mi vida, y pensé que la escritura de una novela policíaca sería un maravilloso aprendizaje para una novelista "seria", porque es muy fácil escribir mal una novela policíaca, pero muy difícil escribirla bien. Hay tanto que encajar en determinado número de palabras... la atmósfera, el escenario, los caracteres... No es solamente la creación de un rompecabezas... Cuando terminé la primera novela, me convencí de que es absolutamente posible permanecer dentro de las coacciones y las convenciones del género y ser un escritor serio, diciendo algo verdadero sobre hombres y mujeres y sus relaciones con la sociedad en la que ellos viven.

Antes de su debut en la novela policíaca, ¿qué más había escrito? ¿Cuentos, artículos?

No, no había escrito ninguna otra cosa salvo una obra para la televisión, muy corta. La envié a la BBC y un productor muy importante de allí me dijo que no podía aceptarla, pero me preguntó si no podía enviarle cualquier otra cosa porque él pensaba que yo era una gran promesa. Pero yo nunca había escrito nada; la primera cosa que escribí fue "Cubridle el rostro", con la que tuve mucha suerte ya que fue aceptada por la primera editorial a la que lo mandé. Fue maravilloso, por supuesto. Nunca he tenido una nota de rechazo para una novela. Admiro a las personas que tienen notas de rechazo porque tienen que revisar su libro y, muchas veces, comenzar otro, y creo que es una muestra de gran determinación y mucho coraje, porque escribir un libro es un trabajo bastante largo...

Alain Robbe-Grillet citó una vez a Borges cuando dijo que todas las grandes novelas son historias policíacas de "crimen y castigo". ¿Está usted de acuerdo?

No lo había pensado así, pero ahora que usted lo menciona, pienso que hay alguna verdad en ello; es una observación interesante. Por ejemplo, "Emma" de Jane Austen es una novela policíaca notable en la cual la verdad de las relaciones humanas es insertada en la narrativa por un camino muy astuto. No hay ningún asesinato o muerte en el libro, pero aún así es una novela de engaño y detección.

Esto hace la definición de la novela policíaca demasiado general. Lo que entendemos por este término es que es un género específico con sus convenciones y reglas, y esto requiere un talento especial, un tipo de mentalidad particular. Hay por lo general un cadáver, y el cadáver ha aparecido en circunstancias misteriosas que la novela intenta descubrir. Parece un poco mórbido ya que la mayoría de los novelistas policíacos que he encontrado son absolutamente sanos. ¿Fue su experiencia en el Servicio Médico Forense influyente para su elección de material?

No. Yo no me encontraba con cadáveres porque era una empleada administrativa, una burócrata, no una doctora o una enfermera. Pero tuve interés por la muerte desde una temprana edad. Esto me fascinaba. Cuándo leí "Humpty Dumpty", por ejemplo, él estaba sentado sobre una pared, y pensé: se cayó o fue empujado? Pero regresando a lo que usted dijo antes sobre que una novela policíaca necesita un cadáver, no pienso que esto sea así necesariamente. Por ejemplo en "Noche llamativa" de Dorothy Sayers no hay cadáver. Pero usted tiene razón, es raro. En general la historia se centra alrededor de una muerte misteriosa, que le da una emoción suplementaria. "Quién mató a tal o cual" tiene más impacto que "quién robó el anillo de diamantes". Quizás la gente que escribe estas historias tiene un interés humano por la muerte y siente que novelándola e intelectualizándola, convirtiéndola en un rompecabezas, pueden difundir su miedo atávico a la muerte y la violencia.