24 de febrero de 2013

Herman Mayr: "Veo a los géneros musicales de todo el mundo como si fuesen una paleta de colores que, al mezclarlos, cada color aporta lo suyo y no por ello pierde su identidad, sólo pasa a ser parte de un color más elaborado"

Su ascendencia familiar, como la de tantos otros argentinos, es variopinta por los orígenes pero homogénea por los anhelos: todos aquellos inmigrantes que llegaron desde las lejanas tierras de Alemania, Rusia, Italia o España, tenían el propósito de recomenzar sus vidas en la remota y prometedora Sudamérica. Y así lo hicieron, instalándose hacia fines del siglo XIX, algunos en la ciudad de Buenos Aires a orillas del Río de la Plata, otros en el conurbano bonaerense y otros en la llanura pampeana. Allí formarían sus familias y desarrollarían sus vidas a la vez que, con su empeño y su trabajo, contribuirían a la formación de ese complejo batiburrillo llamado Argentina. Un siglo más tarde, Herman Mayr (1977) haría el camino inverso, pero sus afanes eran distintos. Movido por una persistente sed de aventuras, durante casi una década viajó sin rumbo fijo -guitarra al hombro- por más de diez países, evitando las grandes ciudades y visitando más de doscientos destinos (tanto en Sudamérica como en Europa) hasta asentarse en Grecia, su actual lugar en el mundo. La música corrió por sus venas desde chico al igual que su devoción por la naturaleza. Siendo apenas un adolescente estudió música con ahínco a la vez que adhirió al vegetarianismo con fruición, y ambos apegos marcarían su vida a fuego. Antes de emprender su viaje iniciático construyó su propia casa y su huerta en los campos de Marcos Paz, mientras incursionaba en todo tipo de género musical, desde el rock y el blues hasta el tango y el folclore argentinos, pasando por la música latina y el jazz. Hoy, en las helénicas tierras del olivo, el queso feta y la fustanella, ejerce su profesión de músico sin dejar de lado su compromiso con el medio ambiente, lo que lo ha llevado a fundar PachaMaMa Hellas, una escuela que promueve la autosuficiencia alimentaria mediante el desarrollo de una agricultura natural que no requiere desmalezamiento, fertilizantes, pesticidas ni arado de la tierra. Allí, en consonancia con la naturaleza, cultiva sus propios alimentos, escribe y toca... toca música sin parar.


¿Qué música escuchabas de chico?

Principalmente rock, tanto nacional como internacional. El blues y el folk también estaban presentes. La música popular me llamó la atención recién de adolescente. Recuerdo que, en la escuela primaria, en los actos patrios nos hacían bailar zamba y yo escuchaba esa música imaginando que era de la edad de piedra porque mis oídos estaban acostumbrados a la guitarra eléctrica, era muy fuerte el contraste.

Has incursionado también en el jazz. ¿Por qué el jazz es tan diferente?

El jazz creo que es el equivalente a una vida aventurera: se trata de poner todo en juego, desde técnicas y experiencias hasta aspiraciones y amores prohibidos. Una misma pieza puede ser tocada cien veces y parecer cada vez una pieza diferente gracias a que la base de este género es la improvisación. Y el improvisar te aventura hacia algo diferente. No me considero músico de jazz pero sí recurro continuamente al placer de tocarlo.

¿Qué pasa hoy con los jóvenes y la música?

Pienso que la música nos transmite, a veces de manera abstracta otras no tanto, infinidad de sensaciones y experiencias. Por ejemplo: si escuchamos música hindú se nos viene a la cabeza el tipo que toca el sitar sentado en el piso vestido con túnicas. Si es trova cubana nos imaginamos a un grupo de personas intelectuales vestidos con ropa poco llamativa debatiendo sobre arte y política, y así. Sumados a la imagen también nos llegan opiniones, costumbres, leyendas y demás que nos enseñan otros puntos de vista que creo nos son útiles para abrir la mente y obrar con más experiencia. Dicho esto, siento que los adolescentes, llamados así porque adolecen de identidad, encuentran en la música una guía que los ayuda a decidir, a crecer y a encontrar la identidad que buscan. De ahí que las canciones que hablan de rebeldía y de amor son generalmente las que más escuchan.

¿Cómo se desencadena el proceso creativo de un artista?

En mi caso rara vez lo busco, es él el que en el momento menos esperado me sienta y hace que una nueva historia comience. No obstante, pienso que el desencadenante principal es el ánimo de expresar algo que nos pasa adentro y que volcado a un papel o a un instrumento nos deja la sensación de haberlo compartido. Es una terapia natural y espontánea.

Hoy en día proliferan las confluencias entre distintos géneros musicales. ¿Cómo ves esa confluencia?

Muy positiva. Veo a los géneros musicales de todo el mundo como si fuesen una paleta de colores que, al mezclarlos, cada color aporta lo suyo y no por ello pierde su identidad, sólo pasa a ser parte de un color más elaborado. Y esto ocurre desde el comienzo de la música misma. Lo vemos con más claridad ahora gracias a internet que nos posibilita conocer que pasa en cada rincón del planeta pero, por ejemplo, lo que hoy llamamos flamenco es la fusión de la música árabe con la guitarra española. Y esto sucede en cada género musical. Todos los géneros nacieron de la unión de otros géneros. No existe la virgen María de la música.

Si tuvieras que definir esas nociones de patria o nacionalidad, que a veces parece ser que a la gente le interesa tanto, ¿qué dirías?

Es cierto, parece que a la gente le interesa y mucho ¿Será el instinto animal que todos tenemos? Porque los animales delimitan su territorio y si es necesario pelean por éste para defenderlo. Cabe decir que los animales tienen menos capacidad de entender que nosotros sobre el respeto, la tolerancia y la paz. Si nosotros como humanidad entendemos esta gran diferencia las fronteras no serían necesarias. De hecho si desaparecieran mañana mismo a nosotros no nos cambiaría demasiado la vida. Pero los ricos de cada país, los inventores de las fronteras, seguramente se molestarían porque ya no tendrían el control de hasta donde llega su poderío y su explotación. Dicho de otro modo, creo que sería mejor defender nuestro título de terrícolas y dejar el de patriotas sólo para aquellos que buscan tener cada vez más poder.

Viajaste por varios países, varios años. ¿Por qué te quedaste en Grecia?

A los pocos días de haber llegado supe que me quedaría al menos un tiempo largo. Me sentí cómodo desde el principio con la gente, a pesar de que no les entendía nada, y con la cultura que me resultó la combinación perfecta entre Europa y Asia. Unos meses después me tocó hacer la primera gira por el interior del país y al volver a Atenas ya di por hecho que Grecia era el lugar donde quería estar. Todos los países que visité me impresionaron en muchos sentidos pero este fue el que más. Pasaron más de cinco años y ni miras de irme.

Hay una pregunta eterna: este mundo, ¿adónde va a parar?

¡Ja ja! Me parece tan eterna como incontestable. En griego la palabra "kosmos" significa mundo y gente, no hay diferencia. Y creo que por ahí llega al menos una parte de la respuesta, y es que somos enteramente responsables de este mundo. La gran mayoría vive diciendo que la culpa la tienen los otros y en general culpan a "los de arriba", es decir al gobierno, a Estados Unidos, a los bancos, a las multinacionales, etc. Sin embargo -y esto no es nada nuevo- ninguno de "los de arriba" puede sostenerse sino gracias a la ayuda que cada día les damos consumiendo sus servicios. Estos servicios nos aportan una supuesta seguridad, o quizás inmunidad a los males que ellos mismos provocan. Pero lo cierto es que es un círculo vicioso del cual nos cuesta horrores salir. Creo que parte de la solución a este rumbo incierto al que apuntamos es volver a lo natural, acercarnos más a la naturaleza, que por suerte no acepta coimas y nos da todo en cuanto a necesidades básicas se refiera. La naturaleza nos cura del "sálvese quien pueda", nos da tiempo.

¿Sos un admirador de lo natural?

En el fondo creo que todos somos admiradores de lo natural, sólo que inconscientemente. Un ejemplo es que quien tiene vacaciones elige playa, río o montaña, son pocos los que viviendo en la ciudad, o sea la mayoría, deciden invertir su tan esperado tiempo de descanso en otra ciudad. El entorno natural nos da paz. Lo mismo sucede con la alimentación: si alguien se descarrila, siente que su salud no va bien, instintivamente vuelve a las comidas naturales, sin excesos, igual que lo hace la naturaleza. Yo por mi parte soy vegetariano desde el año '97 por una cuestión de respeto hacia los animales, y esta decisión me fue acercando cada vez más a lo natural y así me interesé en conocer mi propia naturaleza, me di cuenta de que quería conocer a fondo el ambiente en donde evolucionó nuestra especie. Y por supuesto que, si bien me nutro del pensamiento humano, del legado que la humanidad nos deja, es para mí muy importante lo que la naturaleza nos enseña sin intermediarios. Nos permite observar sin publicidad y sin vueltas innecesarias procesos que nos son fundamentales aceptar, como la vida y la muerte, por ejemplo. Puede sonar ridículo pero hay mucha gente que todavía no sabe que está viva ni que se va a morir, seguramente cree que sabe pero no obra en consecuencia. Redundo en lo que dije hace un momento: me parece que acercarnos a lo natural es de las pocas soluciones que nos quedan a tanta tergiversación de valores que sufrimos estos últimos años. No digo de ir a vivir a la punta de la montaña pero sí recuperar un poco el contacto con lo vivo. Las pantallas de TV y los monitores no están vivos.

Hay científicos que afirman que los alimentos transgénicos incrementan los rendimientos de la producción, mejoran las propiedades nutritivas de cada uno de ellos y mejoran los procesos industriales que se llevan a cabo con estos productos. Esto redundaría en un alivio a las hambrunas que se padecen en muchas partes del mundo. ¿Qué opinión te merecen estas afirmaciones?

Los transgénicos rinden mucho más a corto plazo, pero los resultados a mediano y largo plazo están a la vista: las tierras en donde fueron sembrados se han vuelto infértiles y la flora y la fauna autóctonas severamente dañadas y hasta extinguidas.Y sin flora y fauna autóctonas el equilibrio del ecosistema se pierde. El método de Masanobu Fukuoka, entre otros, demuestra que es posible cultivar incluso en zonas desérticas, y no sólo eso, también respeta a la naturaleza a tal punto que en zonas en las cuales se aplicó reaparecieron animales que se creían extinguidos, mayormente aves. La finalidad de lo transgénico es netamente comercial y apunta a monopolizar el mercado, lejos está de ayudar a la tierra y de combatir la pobreza.

Suele decirse que Latinoamérica es la única reserva de alimentos que tiene el planeta, pero también es la última reserva musical y espiritual. ¿Qué opinión te merece esta afirmación?

En lo que se refiere a la parte musical, Latinoamérica mucho antes de ser poblada por europeos y africanos ya se lucía por su música con escalas pentatónicas (según dicen, estas escalas llegaron a través de los mongoles en sus primeros asentamientos en el continente americano milenios antes). En definitiva lo que se formó hasta la fecha es una conjunción interesantísima compuesta por los inmejorables ritmos de Africa, las armonías elaboradas de Europa y lo profundo y simple de las melodías pentatónicas de la Latinoamérica originaria. Musicalmente hablando, creo que nadie discute que en Latinoamérica corre música por las venas. Por el lado espiritual, entendiéndose como espiritual todo aquello que es riqueza no material, a mi parecer y hasta donde sé, está más equilibrada la cosa; sobretodo entre Africa, Asia y Latinoamérica. En Europa la Iglesia Católica se ha encargado de perseguir y ejecutar a todo portador de sabiduría, de esa que, por ser tan verdadera, llena el espíritu.

Qué es PachaMaMa Hellas?

Básicamente es una escuela naturaleza, aunque no es solo eso. La idea original fue crear un espacio verde que, a través del método de Masanobu Fukuoka, se convirtiese en una selva de cientos de vegetales de distintas partes del mundo, en su mayoría comestibles. A esta idea se fue sumando gente que se interesó y así surgió el agrandar el proyecto y llegar a lo que es hoy PachaMaMa Hellas, una escuela en donde se puede aprender en la práctica a cultivar de la forma más respetuosa que existe para con el medio ambiente, a construir con barro y deshechos reciclados, y fundamentalmente a descubrir que en un espacio relativamente pequeño se puede erigir un paraíso autosuficiente. La escuela está a sólo 80 km. de Atenas, la capital de Grecia, lo que permite a mucha gente acercarse a visitarnos y dar una mano en lo que se esté trabajando en ese momento. En el terreno ya hay plantados más de cien árboles casi todos frutales, también hay una pequeña vivienda reciclada y esperamos en pocos meses contar con otros cien árboles, agua de pozo y con un sistema de riego sencillo que ayudará a reverdecer el lugar los dos o tres primeros años. Actualmente existe en internet, en la plataforma Indiegogo, el proyecto PachaMaMa Hellas a través del cual pedimos a quien desee ayudarnos una mínima donación que nos permita hacer crecer a la escuela y a cambio de esta ayuda les enviamos diferentes regalos a modo de agradecimiento. Nos pueden encontrar muy fácil en las redes sociales.