31 de julio de 2015

Edgar Wallace. Entre la notoriedad y el desdén

El 2 de marzo de 1933 se estrenaba en el Radio City Music Hall de Nueva York una película cuyo personaje principal pasaría desde entonces a convertirse en uno de los iconos de la cultura popular: "King Kong". En los créditos de la misma aparecían los nombres de sus directores, Ernest Schoedsack (1893-1979) y Merian Cooper (1894-1973); de sus guionistas, Ruth Rose (1891-1978) y James Creelman (1894-1941); y naturalmente el de sus actores, entre ellos Fay Wray (1907-2004) y Robert Armstrong (1890-1973). Pero, curiosamente, no aparecía el del gestor de la idea y autor del guión original, el prolífico escritor británico Edgar Wallace.
Wallace, quien había fallecido en Hollywood poco más de un año antes del estreno, era uno de los autores de mayor éxito de su tiempo, llegando a ser sus libros los segundos más vendidos en Gran Bretaña después de la Biblia. Especializándose en historias detectivescas y de suspenso, alcanzó a publicar en vida algo más de un centenar y medio de novelas y relatos, y es considerado por muchos el creador del género del "thriller" moderno. Había nacido en el distrito londinense de Greenwich el 1 de abril de 1875, hijo ilegítimo de dos actores católicos de una pequeña compañía teatral quienes lo entregaron en adopción al propietario de un pescadería en el distrito de Billingsgate. Este hombre se encargó de su educación primaria internándolo en un colegio en Peckham, situación que duraría hasta que el futuro escritor cumplió sus doce años. A partir de allí abandonaría sus estudios y desempeñaría diversos trabajos para sobrevivir: distribuidor de periódicos, vendedor de zapatos, operario de imprenta, albañil, cocinero de un buque, dependiente de una fábrica de impermeables y repartidor de leche.


En 1894 ingresó en el ejército y, tras dos años en el Regimiento Real de West Kent de Londres, fue enviado a Sudáfrica, donde Gran Bretaña se aprestaba a intervenir militarmente tras el descubrimiento de ricos yacimientos de oro y diamantes en los territorios controlados por los bóers, granjeros de origen holandés que se habían establecido en la zona a mediados del siglo XVII. Wallace, quien había comenzado a escribir baladas y poemas durante su servicio en la capital británica, conoció en Ciudad del Cabo a Rudyard Kipling (1865-1936), quién alentó sus aspiraciones literarias. Destinado al cuerpo médico del ejército británico, pronto pidió su traslado a la sección de prensa y al poco tiempo renunció al ejército para dedicarse al periodismo. Ayudado por el escritor William Shaw Caldecott (1839-1921), consiguió trabajo como corresponsal de la agencia de noticias "Reuter" y del periódico "Daily Mail". Para entonces ya había publicado dos libros de poemas: "Songs" (Canciones) y "The mission that failed" (La misión fallida), mientras dirigía el periódico "Rand Daily Mail" de Johannesburgo.


Tras renunciar al ejército y regresar a su país natal, Wallace se dedicó plenamente al periodismo trabajando en diversos periódicos. En 1905 publicó su primera y más conocida novela: "The four just men" (Los cuatro hombres justos), dando comienzo a una exitosa carrera como escritor. Durante los siguientes años continuaría publicando novelas, principalmente de suspenso -aunque también varias colecciones de cuentos ambientados en la África colonial-, con un ritmo de publicación de una obra al año, y más tarde, consiguiendo sacar al mercado dos o incluso tres por año. Así se irían sucediendo títulos como "The Council of Justice" (El Tribunal de Justicia), "The people of the river" (La gente del río), "The nine bears" (Los nueve osos), "The fourth plague" (La cuarta plaga), "The melody of death" (La melodía de la muerte), "The secret house" (La casa secreta), "Bones of the river" (Huesos en el río) y "The crimson circle" (El círculo carmesí), entre muchos otros.
Simultáneamente fundó y dirigió varios periódicos deportivos (era muy aficionado a las carreras de caballos), escribió obras de teatro, crítica teatral y guiones de cine y, durante la Primera Guerra Mundial, trabajó tanto para la sección de Lincoln's Inn de la Policía Especial (para velar por la seguridad del Palacio de Buckingham) como para la War Office del Ministerio de la Guerra (para interrogar ex prisioneros procedentes de los campos de concentración alemanes). Con el desarrollo cada vez más vertiginoso del séptimo arte durante los años '20, varias de sus novelas y obras teatrales fueron llevadas al cine, principalmente en Alemania, país en el que se realizarían numerosas adaptaciones de sus obras hasta mediados de los años '90.


A diferencia de otros escritores como Arthur Conan Doyle (1859-1930) o Agatha Christie (1890-1976), quienes centraron la mayor parte de sus obras en un solo personaje (Sherlock Holmes y Hércules Poirot, respectivamente), Wallace repartió buena parte de las suyas entre varios: el detective J.G. Reeder, el flemático Evans, el comisionado Sanders y el nativo africano Bosambo entre un sinnúmero de audaces policías, bisoños investigadores, valientes heroínas, ladrones perspicaces y malvados mafiosos. Wallace, quien además de su febril ritmo de escritura y publicación casi siempre lograba mantener dos o tres obras de teatro representándose simultáneamente, falleció el 7 de febrero de 1932 a causa de una grave diabetes tardíamente diagnosticada. Sus últimas novelas habían aparecido el año anterior: "The coat of arms" (El escudo de armas), "The devil man" (El hombre diabólico) y "The frightened lady" (La dama atemorizada).


Para muchos integrantes de la crítica literaria de su tiempo, Wallace fue un escritor "habilidoso" y "popular"; para otros era tan sólo un escritor "astuto" y "petulante", mientras que James Joyce (1882-1941) recomendaba la lectura de sus irónicos artículos periodísticos publicados en el "Daily Mail". George Orwell (1903-1950), por su parte, lo definió con menosprecio como un "devoto admirador de rufianes y matones" y hasta Leon Trotsky (1877-1940) fue más allá aún al caracterizarlo como un escritor "mediocre, desdeñable y ordinario, sin sombra de percepción, talento o imaginación". En la Argentina, las novelas de Wallace eran publicadas en la "Colección Misterio", una edición semanal que la editorial Tor había lanzado en 1931 y que se vendía en puestos de revistas y kioscos callejeros a precios accesibles. En 1934 apareció la revista quincenal "Leoplán", la que también publicaría a autores dedicados a la ficción policíaca, entre ellos S.S. Van Dine (1888-1939), William Irish (1903-1968) y Georges Simenon (1903-1989), pero no incluyó en su catálogo a Wallace.
En febrero de 1945 nació "El Séptimo Círculo", la colección dirigida por Jorge Luis Borges (1899-1986) y Adolfo Bioy Casares (1914-1999). Rastreando las novedades dentro de las pautas de la novela de enigma de las editoriales anglo-norteamericanas y las recomendaciones del "Times Literary Supplement", la colección fue un éxito desde el volumen inicial de su catálogo. Por allí pasaron maestros del género como James Cain (1892-1977), James Hadley Chase (1906-1985), Ross Macdonald (1915-1983) y, por supuesto, Raymond Chandler (1888-1959), pero jamás Edgar Wallace.


Borges, años después, escribiría: "El inglés conoce la agitación de dos incompatibles pasiones: el extraño apetito de aventuras y el extraño apetito de legalidad. Ambas pasiones -la de las aventuras singulares, la de la inmaculada legalidad- hallan satisfacción en la narración policial. Edgar Wallace, tengo entendido, era uno de los más conocidos artífices de ese género literario. No he leído su obra. Lamento esa omisión y tengo el propósito de corregirla, porque no soy de los que misteriosamente desdeñan las tramas misteriosas. Creo, por el contrario, que la organización y la aclaración, siquiera mediocre, de un suculento asesinato o de un doble robo, exigen un trabajo intelectual que es muy superior a la fétida emanación de sonetos sentimentales o de diálogos entre personajes de nombre griego o de meritorios estudios sobre el alma del tango y otras inclinaciones de la ignominia. Espero que nuestra literatura argentina merecerá tener, algún improbable día, su Edgar Wallace".