10 de enero de 2016

Recordando a Antonio Dal Masetto (4). Oscuramente fuerte es la muerte (Gabriela Borrelli)

Uno de los temas principales en la obra de Antonio Dal Masetto fue la inmigración y el desarraigo, tal como quedó demostrado en "Oscuramente fuerte es la vida", "La tierra incomparable" y "Cita en el Lago Maggiore", una trilogí­a dedicada su Italia natal, su madre y su infancia. "La inmigración es un tema -dijo una vez en una entrevista-. Yo nunca había escrito nada sobre eso. Supongo que durante cuarenta años estuve tratando de pelear para que no me confundieran con un extranjero. Quizás un psicoanalista me hubiese resuelto este problema más rápidamente. Decidí entonces rendir un homenaje a toda esa gente que vino desde tan lejos, y también a mi madre". En esas novelas habló de los dolores y los anhelos de los inmigrantes, pero también recordó su infancia en un pueblito italiano. Pasan por su historia, por su vida, la Primera Guerra Mundial, las luchas obreras, el fascismo. Y la decisión de partir. Por entonces tenía él la fantasía de ser escritor. "Había una semilla", como él mismo lo definió. "Supongo que en algún momento, al leer algunos de los tipos que realmente me interesaban, debo haber dicho: 'también tengo cosas para contar y tal vez pueda hacerlo'". Y vaya si lo hizo.

Gabriela Borrelli (1980). Licenciada en Letras, crítica literaria, periodista cultural y locutora argentina, desde hace muchos años se dedica a la difusión de la poesía en diferentes medios radiales como así también a su lectura en teatros, cafés y centros culturales. 
Conductora de los programa radiales "Noche Tras Noche" y "Museo de la Novela Eterna", hasta el momento lleva grabadas más de doscientas poesías de diversos autores, tanto nacionales como internacionales, las que se reproducen en Radio Nacional Clásica. También escribe artículos sobre literatura para diversos medios gráficos y digitales. Activa participante en talleres de poesía, acaba de lanzar "Océano", un libro de relatos en el que se entremezclan la narrativa, la poesía, los recuerdos y una intensa reflexión sobre el lenguaje.

OSCURAMENTE FUERTE ES LA MUERTE
"Salimos por última vez de aquella puerta, cruzamos el patio por última vez, bajamos por el sendero y nos fuimos por la calle ancha. A cada paso giraba la cabeza para mirar la casa, hasta que la casa desapareció y sólo quedó la copa del nogal y un poco más adelante ni siquiera eso. Después hubo un ómnibus, un tren, otro tren, el puerto de Génova, un barco y América". Y fue América. Por primera vez. Antonio Dal Masetto tenía doce años. Llegó en barco. Otro ómnibus, y otro tren en esta tierra sudamericana: Salto, Buenos Aires. Antes de subir al barco recordó el lago. El olor del verano y la escarcha del invierno. Un lago partido: dividido entre Italia y Suiza. El mismo lago que lo vio nacer. Una vida que partía como una lengua que se hacía eco o recuerdo o literatura.
Dal Masetto nació en 1938 en Intra, un pueblo cercano al Lago Maggiore, en la región lombarda del norte de Italia. A los doce años, después de la guerra, el hambre empujó a su familia al océano. Dal Masetto empezó a leer castellano en las revistas que se usaban para envolver las entregas en la carnicería de su padre. Este adolescente cazando palabras en el sur de América se convertiría en uno de los grandes nombres de nuestra literatura y formaría una tríada literaria con Miguel Briante y Osvaldo Soriano.
Dal Masetto contó en una entrevista una anécdota muy hermosa de su amigo Briante: estaban los dos charlando de poesía, de sus comienzos con poemas y del abandono cuando descubrían a poetas geniales. Y en eso Briante soltó: "La prosa es la nostalgia de la poesía". Esa nostalgia de la poesía, de lo perdido, también podría funcionar en Dal Masetto como nostalgia por la tierra perdida. No es que la prosa no le haya dado satisfacciones, así como esta Argentina también. Pero la herida por lo perdido es el terreno para que crezca su literatura. Y en un país y una lengua atravesada por el exilio, hecha al calor de los vocablos de los que vinieron a forjarla y a forjarse.
En una de sus novelas más enternecedoras Dal Masetto vuelve a esa patria perdida. Ágata (personaje que atraviesa toda su obra) acaba de cumplir ochenta años y decide volver a su pueblo natal. Quiere viajar sola y se contacta con un sobrina que le dará hospedaje. Ágata llega al pueblo, pero ya no es el mismo: "era una sombra que se proyectaba sobre el mapa y lo modificaba". Dal Masetto trabaja esa sombra, los grises que se van formando en la cotidianidad y van trabajando un destino. La novela se llama "La tierra incomparable" y en la última escena, Ágata mira un manantial y recuerda a su hermano, a su prima, a sus días de niña en su pueblo y ahí Dal Masetto lanza una frase maravillosa: "Ágata comenzó a sentirse renovada y dispuesta, como una hoja en blanco, dónde todavía había palabras que podían ser escritas, aventuras que podían iniciarse. Supo como tantas otras veces, que cuando todo parecía haber sido dicho aún quedaban posibilidades". Y la posibilidad es siempre la escritura. Nunca está todo dicho, ni en una novela, ni en una vida.
Pero la que tal vez sea la obra más contundente de Dal Masetto es "Oscuramente fuerte es la vida". Publicada en 1990, narra la historia personal y familiar de Ágata, y en ese recorrido se puede mirar la génesis del exilio, las condiciones materiales y emocionales que propician el abandono del lugar dónde se ha nacido.
Estas dos novelas se completan con "Cita en el Lago Maggiore", creando así una tríada personal y política sobre la inmigración. La mejor que se ha escrito en la Argentina. En esta última novela, es el autor quien viaja al pueblo de Ágata acompañado por la nieta de ésta.
El ritmo narrativo de Dal Masetto es único: sobrio pero profundo. Cultivado al calor de una lengua aprendida en el dolor y la pérdida, pero también con la alegría del descubrimiento. Para nosotros, hijos y nietos de inmigrantes la literatura de Dal Masetto es casi un registro personal, alguien que pudo hacer literatura con nuestra historia, alguien que creó algo bello con el dolor que sentíamos en cada conversación de sobremesa con nuestros "nonos", "boves", "tatas" y abuelos.


Nacido en Intra (Italia) en 1938, su familia emigró a la Argentina en 1950, después de la Segunda Guerra Mundial, para radicarse en Salto, provincia de Buenos Aires. Ejerció oficios tan diversos como los de pintor de paredes, vendedor ambulante, heladero, obrero en fábricas, empleado público y periodista. Su primer libro de cuentos, "Lacre", mereció una mención en el Premio Casa de las Américas de La Habana. Recibió dos veces el Segundo Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires (por "Fuego a discreción", novela, y por "Ni perros ni gatos", cuentos), el Primer Premio Municipal y el Premio Club de los XIII por "Oscuramente fuerte es la vida", y el Premio Planeta Biblioteca del Sur y la Beca Fundación Antorchas por "La tierra incomparable". Sus novelas "Hay unos tipos abajo" y "Siempre es difícil volver a casa" fueron llevadas al cine.
Otros de sus títulos: "Siete de oro", "Gente del Bajo", "Demasiado cerca desaparece", "Amores", "Bosque", "El padre y otras historias", "Crónicas argentinas", "Tres genias en la magnolia", "Señores más señoras", "Sacrificios en días santos", "La culpa", "Cita en el Lago Maggiore". Libros suyos fueron publicados en España, Italia, Francia, Alemania, Suiza, Israel. Durante años fue colaborador del diario "Página/12" de Buenos Aires.
En 1993 el suplemento de cultura de ese diario publicó entrevistas a diversos escritores, entre ellos Dal Masetto. El tema refería  a los secretos de escritores para escribir una novela. Sobre este género, el autor dice: "Difícil establecer recetas para una tarea cuya naturaleza parecería sustentarse principalmente en el ejercicio de una forma de libertad. Uno siempre ha espiado en los textos de los escritores que admira, en sus apuntes y diarios, tratando de detectar algunos secretos que permitan vislumbrar caminos o salir de algunos pantanos. Y a veces algo sucede, pero entonces es como una breve iluminación. También como el reconocimiento de algo que, ignorado hasta ese momento, aparentemente ya estaba establecido en uno y sólo necesitaba una confirmación a través de esta comunión con el maestro elegido. A la larga, este de la escritura es un juego en el que uno termina por comprender que deberá establecer sus propias reglas y forjar sus propias herramientas. Y que esas herramientas, si no son las mejores posibles, siempre son las que más convienen a la hora de jugar la partida. Mi forma de trabajo es muy confusa al comienzo. Una vez que apareció cierta idea general, tomo apuntes desordenados durante un tiempo. Trabajo como un pintor que a lo largo de meses arroja caprichosos puñados de color sobre una tela y después trata de rastrear en ese caos formas que le convengan. Siempre me esfuerzo por recordar que debo avanzar hablando en voz baja y sólo de tanto en tanto atreverme a soltar algún alarido".